sábado, 15 de diciembre de 2012

DIVINA COMPOSICIÓN





          “Divina composición” fue la respuesta fría y amable pero llena de generosidad de Mª Ángeles Jiménez al solicitarle un titular sobre el tema de debate. Esas fueron unas palabras profundas, pero muy sopesadas y meditadas, declarando así su académico punto de vista. Con esta exclamación y con un semblante sosegado y sobrio me interrogaba con su mirada, esperando una salida de tono mía o quizá algún menosprecio por tal análisis. Nunca sabré qué le transmitió mi cara, mi gesto, pues lo escondí inmediatamente para no descubrirme, puesto que sé a ciencia cierta que soy muy expresivo e incapaz de reprimir mis instintos más primitivos.
   “Divina composición” fue el principio de la historia, pues estábamos en clase y estudiando el siglo XX. Además hacía sólo unas horas que había leído ella una reflexión mía sobre “De lo espiritual en el arte” de Kandinsky.
   Con esta sentencia, y desde este punto de vista tan reflexivo comienza un sendero curvilíneo como una espiral, una espiral que se eleva hacia la derecha, es decir, girando en el sentido de las agujas del reloj.  Esta simboliza el sol de invierno que se encoge. También fue usada para invocar al elemento del agua o señalizar fuentes potables y era símbolo de buena suerte ya que representaba el equilibrio, la armonía del sol con la tierra.
   No es casualidad, que pueblos como los celtas representaran las estrellas a modo de espirales alrededor de un mismo núcleo (lo que para ellos era el emplazamiento del cielo), formando una trayectoria espiral en la cual las almas ascendían hacia su vida futura. Es curioso que este símbolo también aparezca en otras culturas como la hindú, los aztecas, mayas, incas…representando diferentes conceptos según la civilización.
   Las espirales son formas muy comunes en el universo, su presencia se percibe desde una trivial cinta enrollada hasta trayectorias de objetos en gigantescos aceleradores de partículas y entornos de agujeros negros. En el ámbito cultural es un icono mágico que trasciende, no sólo lo concreto y conceptual sino la misma imaginación conjugando puntos opuestos como pasado y futuro. La Homotecia es una operación geométrica, que, aunque no tiene relación directa con la espiral, ocupa un lugar común con ella en el arte rupestre donde aplicaciones e implicaciones de las dos se funden.
   Existe una gran variedad de tejidos, urdimbres, cestería, que recurren al enrollado en forma espiral y dan a su vez una infinidad de productos de formas diversas, hermosas y exóticas como sombreros, platos, mesas, jarrones, etc. Incluso en cerámica también se utiliza el proceso de trabajo en espiral para en principio dar forma a vasijas redondas.
   Este principio también se pretende utilizar en habitaciones en la luna, donde sólo hay arena, polvo y roca que se rellena en empaques tubulares y luego se enroscan y finalmente se fijan con alambre.
   Fue frecuentemente usada en las culturas precolombinas, en Belén se caracteriza por sus figuras de serpientes, suris y sapos con cuerpos reticulados o con cruz. Este periodo se produjo en los departamentos Belén y Tinogasta en la provincia Argentina de Catamarca, a lo largo del río Hualfín. Su desarrollo se produce entre el año 1000 y el 1450 en los valles de Abaucán y Hualfín.
    Casualmente, o puede que no tanto, tengo una amiga en  Argentina, se llama Raquel Herbón, ella tiene formación artística y estudió cerámica, esa que sus antepasados decoraban con motivos animales entre otros muchos, pero lo más curioso es que las serpientes pintadas en la alfarería estaban enrolladas sobre sí mismas, como una espiral.
    Una frase, “Divina composición”, esto fue el principio de esta exposición, luego proseguimos con las espirales como símbolo y sus significados, y finalmente hemos hablado sobre la relación  de este elemento con las serpientes y la cerámica de  precolombina Argentina, que es la localización de mi creativa colega.
   Prosigo la historia con las serpientes, esas que pintaron sus antepasados. Los ofidios son uno de los animales que más admiración y rechazo, a la vez, suscita. Desde la antigüedad este reptil se ha relacionado con la capacidad de transmutar los instintos más básicos (sexualidad, materialismo, etc.) en los más sutiles o espirituales. El hecho de que mude de piel se podría interpretar como un nuevo nacimiento, una nueva oportunidad para poder transformar lo negativo en una nueva forma, más saludable (a nivel espiritual)  de entender la vida.
   Mi relación física con ellas se remonta a más de veinticinco años, en aquella época estaba alejado del mundo espiritual del arte, estaba sumido en la vorágine de lo material, mi vida pasaba por importantes cambios económicos, pero había roto con la belleza del arte, y eso siempre me apesadumbraba.
   En uno de mis viajes de trabajo, en una carretera secundaria me encontré una en medio de la carretera, había sido atropellada por algún vehículo. Según me comentaron más tarde, era una culebra de agua y poseía unas grandes dimensiones. Me quedé prendado de su belleza, que seguía conservando aun después de muerta y llevar por fuera sus intestinos.
   La rescaté de su triste destino y me la llevé, tenía la intención de que me curtieran su piel, pues deseaba conservar tan valioso tesoro en mi armario en forma de cinturón.
   Indagué mucho hasta encontrar un lugar donde pudieran hacerme la desagradable labor de quitarle su piel y curtirla. Así fue, ellos me la prepararían, pero antes debía yo de despellejarla y llevarles limpia la cáscara. Con asco, aprensión y la ayuda de un amigo rajamos su vientre, no sin tener alguna que otra arcada, prosiguiendo a quitarle su precioso y escamosos traje.
   Años después me casé y este hermoso trozo de cuero adorna un aparador de cristal que está suspendido sobre dos columnas Corintias, y en el que siempre hay botellas de espirituosos.
   Finalmente la epidermis de este reptil sólo ha servido para absorber las gotas de alcohol que se han depositado durante el paso de los años debido al desatino del barman. Casi metro y medio de animal de formas sinuosas mirada fría y penetrante que espera ser cortado y cosido para embellecer mi voluminosa barriga y así poder aprovechar los litros de alcohol que nunca albergó.
   Este trozo  de piel escamosa hace ya compañía a otra serpiente, a una que está enrollada en espiral, que es uno de los símbolos más antiguos que existen en la cultura celta, y que simboliza el concepto decrecimiento, fuerza vital, expansión y reencarnación que se utilizó como representación del tiempo y del movimiento de las estrellas llegándose a usar incluso en primitivos calendarios. Esta nueva pieza de mi mobiliario, es un libro de artista finamente facturado y al que estoy dando vida en mi relato.
    Papel artesano, sobrio y muy armónico, con una portada seccionada en espiral, para indicarnos el camino a seguir, nos predice un mundo lleno de espiritualidad en su interior, como así se certifica al abrirlo.
     Un gran círculo en movimiento, una gran nebulosa en rotación que nos absorbe hacia el centro. Un maravilloso remolino de luz y color que hace converger toda la energía hacia su interior y a su vez mantiene en equilibrio a miles de centelleantes estrellas.
   Pura energía y amor en una pieza confeccionada por unas maravillosas manos artesanas y limpias, por una persona dotada de una gran sensibilidad y calidad humana.





       Agradezco la inestimable ayuda de la historiadora y escritora Mª Ángeles Jiménez de Albornoz Carrillo, por la capacidad de abstracción y composición que me ha transmitido y por su participación activa en el proyecto.



                                                           Juan A. Sánchez Hernández Diciembre 2012

                                                  
   

martes, 11 de diciembre de 2012

AÑO NUEVO Y NAVIDAD 2012



Postales (18, numeradas y firmadas) para la Navidad 2012
Xilografía, dibujo con tintas y pinturas en papel alto gramaje chino, poesía y dos estampillas. Sobre gofrado "50 aniversario"
Como anillos en el tronco de los árboles 
marcados quedan los años, los días…
cada estación deja su rastro, su tatuaje, su estigma.
   Argollas engarzadas humildes y tristes
un nuevo arete cae como losa sepulcral
   Ungimos y cicatrizamos la última herida
escribimos la historia, una nueva historia.
   Como el abedul, el álamo y el sauce la vida es corta
la vitola se completa pronto y solo queda la paz.
                                             juanas   Navidad 2012



lunes, 10 de diciembre de 2012

KANDINSKY ,  EL VIOLETA  Y  YO





            Estaba bien entrado el Otoño, las pardas y ocres hojas cubrían todo el sendero, pero las que reconocía desde la lejanía y mas me llamaban la atención, fueron unas que caían desde lo alto de un gran paredón rojizo (antiguas murallas de la Alhambra), desde allí se despeñaban unos grandes y malolientes pliegos de pergamino con inscripciones, eran unas tablas ordenadas de menor a mayor. El color de estos números eran negros sobre todo pero algunos estaban pintados en un rojo bermellón descolorido por el sol y desvanecida su original belleza.
   Caían como grandes pétalos a mi paso, el viento mecía su aliento mezclándolo con los dulces aromas del arrayán.
    El color rojo del atardecer lo inundaba todo ahogándome. Era una sensación única, sublime, pero triste, se acababa un nuevo año, otro año perdido entre luchas y anhelos, entre cuitas imposibles y sueños rotos. Se aceleraba el tiempo, los momentos eran cada vez más cortos y los silencios más largos. Las emociones eran imprecisas pero recurrentes, se acaba un año y comienza otro, se acaba una vida pero comienza otra.
    Poco queda que escribir con los colores del arco iris en mi retrato, algunas pinceladas, algún matiz. Supongo que apenas unos minutos, solo espero la orden de quien guía mis pinceles para acabar definitivamente este tercer panel donde aparece un amplio y estudiado compendio de profundas reflexiones.
   Al ser que describo en la obra no termino de entenderlo, porque cada día me sorprende con nuevas y descabelladas declaraciones. Con nuevos y disparatados  sueños. Ese ser que se repite en cada uno de los lienzos y que me mira desafiante aunque triste y reflexivo es de color violeta, sus azules rojizos me extrañaron mucho, pero no sólo a mi, quien lo ha visto, aunque solo sea en fotografía me interroga sobre el propósito y el fin de esas tonalidades, cosa que nunca supe contestar hasta hace unas horas en que mi vista vuelve a encontrarse con Kandinsky, leyendo: “De lo espiritual en el arte”.
   



        “Así como el naranja aparece cuando el rojo se acerca al espectador, el violeta surge al alejarse el rojo por medio del azul. El violeta tiende a alejarse del espectador. El rojo subyacente ha de ser frío, ya que su calor no hay modo de mezclarlo con el frío del azul; lo mismo sucede en el terreno espiritual.

        El violeta es pues un rojo enfriado, tanto en sentido físico como psíquico, por eso tiene algo de enfermizo, apagado (como la escoria) y triste. No sin razón se considera que es un color adecuado para vestidos de ancianas. Los chinos lo utilizan como color de luto. El violeta recuerda al sonido del corno inglés o de la gaita y, cuando es profundo, a los tonos bajos de los instrumentos de madera (por ejemplo, al fagot).”


    Realmente no se si estoy de acuerdo o no con el maestro, de hecho ni tan siquiera me lo planteo, pero nuevamente la lectura de este manual de arte me ha hecho reflexionar en mi obra y sobre mi vida. Me queda un tercio del libro, y espero y deseo que me abra más puertas a mis pobres entendederas este delicioso libro.

domingo, 2 de diciembre de 2012

ARMONIA Y COLOR





             Los músicos aprovechan el lenguaje colorista para traducir sus conceptos abstractos. El color, es una palabra que se utiliza como equivalente de timbre. El adjetivo brillante, una cualidad indiscutible del color, es empleado por los músicos en el sentido de nítido.
   No obstante, aunque los ejemplos sean menores, lo mismo sucede a la inversa, pues los términos tono y armonía fueron una herencia que la música hizo a la pintura. A la llamada en música, escala cromática, Rousseau explicaría:

    .. la escala cromática está en medio de la diatónica y la enarmónica, así como el color está entre el blanco y el negro. O bien porque el cromatismo embellece al diatónico con sus semitonos, que logran, en música, el mismo efecto que la variedad de los colores tienen en la pintura. “
    Además es éste quien aplacó los ánimos de sus contemporáneos al señalar que los sonidos no pueden identificarse solos, separando unos de otros, tal y como sucede con los colores.
    Susan McClary (1991) argumenta que el cromatismo en la narrativa de la ópera y la forma sonata puede ser mejor comprendida como el "otro", racial, sexual, socialmente u otros, del propio diatonismo "masculino". Fuese a través de la modulación, como a una área de tonalidad vecina, u otros medios. Por ejemplo, Clement llama al cromatismo en la Isolde de Wagner "olor femenino" (Opera, 55-58, de McClary pág. 185sig). Sin embargo, McClary también anota que las mismas técnicas usadas en la música para representar la locura en la mujer representan históricamente la vanguardia en la música instrumental, "en la sinfonía del siglo XIX, el atrevido cromatismo de la ópera Salomé de Richard Strauss es lo que distingue una composición realmente seria de la vanguardia de un trabajo hecho de clichés recortados."

      Vassily Kandinsky en su libro “Sobre lo Espiritual en el Arte”, nos dice:

    "El color es en general un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. El ojo es el martillo templador. El alma es un piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que, mediante una tecla determinada, hace vibrar el alma humana"
     “La armonía de los colores debe basarse únicamente en el principio del contacto adecuado con el alma humana”




      Kandinsky nos acerca al arte desde un punto de vista mas amplio, aplica su especial casuística a las sensaciones y percepciones del artista, estando éste posicionado en una pirámide, donde el artífice crea y ve cosas que los que están mas abajo nunca podrán ver ni comprender, salvo que escalen posiciones en esta.
    Sobre el color nos dice que tiene dos efectos: el efecto físico [la percepción del color, lo que ve el espectador, la impresión superficial del color], y el efecto psicológico [lo que todo ello te hace sentir, y aquí es donde aparece la fuerza psicológica del color, que, como dice Kandinsky, provoca una vibración anímica en el espectador, una especie de música interna. También determinados colores provocan distintas sensaciones, como de aspereza, o suavidad, algunos parecen blandos, otros rígidos, etc...] Según se encuentren solos o junto a otros colores o incluso formas visuales puede ir variando su fuerza y equilibrio, balanceando sus cualidades cromáticas, pudiendo llegar a  descomponerse, con lo cual su efecto visual y por tanto psicológico iría variando.
      El movimiento, la velocidad, el ritmo, “el tempo”, que tan importantísimo es en la música lo recoge con una exquisita sensibilidad, nos deja el germen que crecerá junto a nuestra experiencia.
      “…El gris es insonoro e inmóvil, sin embargo, es diferente a la calma del verde, y que este es el resultado de dos colores activos”.
  
    Unidos en un sólo lazo el ritmo, la armonía el color y todas las posibilidades que queramos abarcar en las artes, podemos jugar y conjugar todas las variaciones posibles en nuestra obra para lograr sonidos cristalinos junto a colores sucios, o sonidos limpios junto a colores estridentes.
     En el duro trabajo diario encontraremos el camino largo, estrecho y plagado de peligros, por el cual seguiremos buscando…
     “Diógenes” sigue con su linterna encendida  la búsqueda  incansable de la verdad y la belleza.




          



                   

miércoles, 28 de noviembre de 2012

“Sobre lo Espiritual en el Arte”



 

 

       Este libro fue publicado por Vasili Kandinsky en 1911, esencialmente  propone despertar la capacidad de captar lo espiritual de las cosas materiales y abstractas. Que el espectador se enfrentara a la obra de arte con el alma abierta y queriendo escuchar.

 

    “La riqueza cromática del cuadro ha de atraer con gran fuerza al espectador y al mismo tiempo ha de reconocer su contenido profundo”


       Después de leer y releer esta cita, pienso que: la forma, el plano el color, todo unido o separado conforma un único universo mágico que me atrapa, me subyuga y me libera, forma parte de la pasión del artista, de su búsqueda incansable por la belleza; esa que no se deja atrapar, esa que libra su gran batalla para no ser desnudada y expuesta cruelmente a las lascivas miradas del mundo.
      Noches de vigilia contemplando en la penumbra; en la mas absoluta de las soledades mi obra escondida entre las hojas  despedazadas de infinitos bocetos la ultima pincelada, tocando el frío lienzo, lo hago como si encerrara en su interior un ojeroso muerto amortajado y preparado para ser descuartizado por miles de gusanos, como si de una horda de cirujanos se tratase.
      Consigo atraer la atención del espectador, pero cada pincelada me lacera el alma, pareciera que los terrosos pigmentos esparcidos por mi paleta perteneciesen a mi piel seca y triturada, hábilmente tratada y coloreada para que forme parte de la obra, presiento que “El retrato de Dorian Gray “me pertenece. Percibo el lento pero inexorable y progresivo envejecimiento de la tela, de los tintes. Los aceites queman mi piel y la hacen sangrar resbalando por mi cuarteada cara, depositándose en los cuencos donde vuelvo a recoger esos malolientes y putrefactos excrementos.
      El balanceo cromático esta hábilmente distribuido por la estancia, los colores son limpios y puros y la suavidad de la degradación de las formas le da una fría y desagradable estructura.
     El gesso artesano absorbe el óleo, los continuos y obsesivos raspados me devuelven unos profundos y multicolores matices, pero también unos luminosos y cristalinos esfumatos.
    La obra está casi terminada. ¡Los ritmos! Ese rondó sutil esta presente, conformando un simple pero violento mapa estructural.
    El compás armónico ya hizo su trabajo, los mosquitos y el polvo también, solo queda que el ser que mueve mis manos haga el trazo final, ese grafismo que identifica mi triste y solitaria obra.

        Trabajando duro, viejo, espero hacer algo bueno algún día. No lo hago todavía, pero lo persigo y lucho”.  Vincent Van Gogh


jueves, 22 de noviembre de 2012

TUBULAR BELLS





       Tubular Bells es el primer disco de estudio del compositor y multi-instrumentista Mike Oldfield, lanzado el 25 de mayo de 1973. Su música  se desarrolla a través de diferentes ideas que van evolucionando, concatenando o fusionándose a lo largo del disco, combinando diversos matices e instrumentos musicales, generando un clima diverso en cada sección, desde lo misterioso, épico, triste, alegre o nostálgico, culminando en una alegre y rápida melodía ejecutada en guitarra acústica, la cual es un arreglo de un tema tradicional.
    Resonaba en mi cabeza este magnífico tema. Paseaba por la Carrera de la Virgen, era una apacible tarde de otoño y pisaba las ocres hojas de los plátanos que se erguían majestuosamente sobre mi cabeza. El paso era firme pero acompasado, percibía la humedad de la estación en la que nos encontrábamos, perfumes de arrayán y musgo se deslizaban por mi pituitaria. No sabía que me iba a encontrar unos metros mas abajo, desde donde ya no vería Sierra Nevada, por lo que bajaba el bulevar distraídamente (como acostumbro) y nada perturbaba mi paz interior ni tan siquiera presentía que la perdería mas adelante.


     “Fríos pedestales, sobrios y cortantes que soportan desnudos esqueletos de acero. Osamentas  finamente envueltas en una leve capa de inocentes y plúmbeas nubes”.



    Me encontraba en los jardines que discurren en forma longitudinal, paralelos al cauce del río Genil, donde crece el boj y el aligustre. Allí las zonas de estancia se distribuyen a lo largo de los jardines, formando hasta un total de once glorietas, pero la que siempre me ha fascinado es la de los árboles de Júpiter, esos que rodean a una palmera datilera. Sí, me encontraba en el paseo del Salón.
    En tan abierto y romántico marco tropecé con la muestra “Rodeando el espacio”,  una serie de ocho esculturas de gran tamaño, de entre 4 y 5m de altura, realizadas en acero inoxidable y de sobria factura.
   Para el autor de la propuesta, Aitor Urdangarín, que ha bautizado las piezas con nombres tan diversos como `Tauromaquia´, `Nudo´ o `Contacto´, "las obras tienen una temática común", ya que en todos los casos, el autor juega con el espacio, creando líneas que modelan el vacío, y dibujando distintos juegos geométricos en torno a la línea curva, tanto abierta como cerrada.
      Las esculturas de Aitor Urdangarin nacen del amor a la forma sinuosa, en ocasiones estas son dos, y en este caso se funden en un abrazo. Podrían ser ofidios en actitudes lascivas y muy sugerentes para el observador, máxime teniendo en cuenta  el lugar donde se encuentran enclavadas. Unos amantes que nos ofrecen sus estados de ánimo, no siempre tranquilos y calmados, hay ocasiones que se nos presentan vibrantes, joviales y retorcidos por la pasión en el momento álgido de entrega.
   Según camino y veo cada pieza, descubro a gráciles bailarinas, torsiones imposibles que se elevan a cotas insostenibles apoyadas en histriónicas y ondulantes formas, enormes y rechonchas flores que contrastan con espirituales altas y livianas estructuras. Pero siempre apreciando y valorando esos vacíos que nos deja para que el espacio que las rodee en cada momento las inunde y los llene, forme parte del todo.
    El equilibrio sutilmente logrado gracias a la estructura clara y repetitiva de resortes que atenaza el momento y lo comprime hasta lograr cortar la respiración, lo logra con esa ballesta cargada y dispuesta a dispararse en cualquier momento, esto le da una pregnancia a la escultura que nos hace ser cautos al acercarnos, pues en caso de explosión nos dañaría fuertemente.
    La geometría es una asignatura que no deja al azar, la utiliza con maestría, mostrando en cada una de las piezas, la necesidad de dejar muy sentado el movimiento a seguir para que podamos conocer el principio y fin de la ondulante y sinuosa pieza y conocer de primera mano todas y cada una de sus conexiones, tanto intrínsecas como externas.
    El ritmo impuesto por todas y cada una de las representaciones hace que conozcamos de antemano al autor, es su firma, esa rúbrica hecha de materia orgánica serpenteante, no en vano es un escultor abstracto-organicista.
      Maravilloso paseo otoñal el que me ha ofrecido este autor, que con sus grafismos me ha ayudado a atrapar las nubes, a envolver el trino de los pájaros, pero sobre todo a conocer un poco mas mi bella ciudad, en esta ocasión, de la mano de la materia, del acero pulido y aséptico salido de la fragua, esa con la que comulgo casi a diario.
    Un pensamiento me deja consternado y dolorido, una frase que dijo, no he podido encontrar donde, y espero que sea una errata, pues en nada estoy de acuerdo con el.
   Urdangarín usa el calor para modelar sus tubos, y deja la materia pulida, en estado mate, ya que a su entender, con brillo "parecerían objetos decorativos".
   Dejo en el aire sus palabras…


  






lunes, 19 de noviembre de 2012

EL CANTO DEL GRILLO



                                   




          De los tres padres fundadores de la poesía moderna (los otros son Baudelaire y Rimbaud), Stéphane Mallarmé (1842-1898) es sin duda el más discreto, el más refinado y el más oculto. Su obra, intensa y magnífica, se eleva hasta los límites donde el lenguaje humano pretende volverse a la vez música e idea (o tal vez, como él mismo aludió, “música de la idea”), llega al exceso no por el desborde sino por la concentración, por la sensualidad de su ascetismo espiritual. Y le absorbió prácticamente toda su vida. Una vida que, a diferencia de sus grandes colegas de trágica bohemia, parecía haber sido calma y sosegada.


           Traducción de carta de Stéphane Mallarmé A Eugène Lefébure
27 de mayo de 1867
     “Yo no conocía sino el grillo inglés, dulce y caricaturista: ayer solamente entre los trigos jóvenes he oído esta voz sagrada de la tierra ingenua, menos descompuesta ya que la del pájaro, hija de los árboles en medio de la noche solar, y que tiene algo de las estrellas y de la luna, y un poco de muerte; pero cuánto más una sobre todo que la de una mujer, que caminaba y cantaba delante de mí, y cuya voz parecía transparente de mil muertes en las cuales ella vibraba —¡y penetrada de Nada! ¡Toda esa felicidad que tiene la tierra de no estar descompuesta en materia y en espíritu estaba en ese sonido único del grillo!”
   Si la poesía es para Mallarmé la perfecta expresión de la belleza, es porque las palabras, elegidas también por su vibración acústica, cobran un sentido más puro, y de la sucesión de las mismas palabras, a despecho de la sintaxis si es necesario, se desprende una música cuyo sentido se evapora en sus múltiples posibilidades, tanto más cuanto que la abolición de la puntuación libera el flujo sonoro, el canto.
      Poeta, maestro de los simbolistas, fue el oráculo de los "martes"(las famosas veladas literarias que acogía en su apartamento de la calle Roma) este amigo fiel de poetas y pintores, este innovador, este espíritu exigente, lamentaba hondamente no ser un grillo. "Sólo ayer, entre el trigo joven, oí esa voz sagrada de la tierra ingenua...Toda esa felicidad que tiene la tierra de no estar descompuesta en materia y espíritu estaba en ese sonido único del grillo". Aquí se expresa lo esencial de la búsqueda mallarmeana de la voz única, cósmica, materia y espíritus confundidos, búsqueda resumida en esta fórmula.
        Stéphane vio en el canto del grillo "la voz una y no descompuesta" de la naturaleza. El grillo mallarmeano era  la voz de esa naturaleza silenciosa, compuesta de sonidos repetibles, ilimitados y perennes, cuya descomposición sólo se hace posible en la voz humana. De alguna manera, para el insecto el lenguaje humano no se diferencia de su canto, ya que se basa en la repetición y combinación de una serie discreta de elementos, pero el hecho de que las posibilidades combinatorias sean infinitas para el sujeto de modo que éste puede percibir en esos posibles su propia unicidad, sus límites y ver allí finalmente cómo se descompone la naturaleza frente a su particularidad, introduce la diferencia y el dolor.
   Creó poemas cerrados en sí mismos, lejos de cualquier realismo, donde el sentido proviene de las resonancias. En su poesía las sonoridades y los colores juegan un rol tan importante como los sentidos cotidianos que tienen las palabras, lo cual hace su traducción realmente difícil, pero sobretodo nos hace sentir libres.
    Según algunos autores, fue el creador de un impresionismo literario (escribió que su intención era «pintar no la cosa, sino el efecto que produce», por lo cual el verso no debía componerse de palabras, sino de intenciones, y todas las palabras borrarse ante la sensación)
     Este humilde grillo que escribe, hace años, muchos años que dejó de cantar, tampoco vio el fruto de sus entrañas en las ninfas que nunca hubo en las putrefactas aguas que le rodean. De cualquier manera tampoco fui capaz de entonar esas dulces melodías en las noches de insomnio y cacería.
   Tampoco mi parca prosa presenció noche alguna de tertulia, nunca departí con grandes ni mediocres conversadores, ni fui capaz de ver belleza en cosas simples y sencillas.
   El grillo. El grito del grillo, el llanto y el lamento del grillo en la soledad de la noche poco me acompañó en la solitaria ciudad. Admiro la capacidad de ver y dibujar esa belleza como lo hicieran los poetas.  Con un animal oscuro, frío al tacto de aspecto de cucaracha y escondido en la campiña, nos preparó un suculento manjar acompañado de su lírica y regado con una sonora  y vibrante poesía.
Escucharon, desmembraron cada rima de su gemido, de su “quejío” y lo elevaron a las máximas categorías del arte. Vieron la musicalidad y la cadencia de las múltiples composiciones nocturnas que interpretaban para ellos esos pequeños y desde ahora entrañables seres.
    Pintar palabras y escribir colores, eso pretendo, siempre lo he pretendido, pero hoy buscando a un músico del romanticismo me he encontrado nuevamente con mi admirado compositor de ideas, con este hombre que se lamentaba por no haber nacido grillo.
    Mezclo colores, elevo las texturas a límites imposibles, raspo y lijo la mancha, velo suavemente el basto estuco para proceder seguidamente a restregarlo violentamente con trapos y papeles que se arrugan y se rompen  sembrando  el parquet de mi estudio de finas lágrimas multicolores y pegajosas. Ellas y sólo ellas son testigos mudos del violento encontronazo del hombre con la materia, de la inutilidad de querer retratar lo imposible, de transcribir los sueños a una burda tela de saco.
     Nuevamente el grillo volverá a cantar noche tras noche y yo con él vagaré por los infinitos, oscuros y peligrosos cenagales descompuestos en la “búsqueda”; en mi “búsqueda” e intentaré plasmarlo en un trozo de blanda y mullida nube de papel o un tosco lienzo, con balbuceantes trazos de aprendiz de grillo.